jueves, 3 de diciembre de 2009

"LOS PERROS ESTAN TENIENDO EXITO DONDE LOS SIQUIATRAS HAN FRACASADO", LA SIQUIATRIA SE VALE DE LOS ANIMALES!!!!!!

La siquiatría se vale de los animales
Por moisesluis en Animales , Octubre 12, 2009 | no hay comentarios
¡Como el perro, el gato, las aves, los peces y las ratas!

Los perros están teniendo éxito donde los siquiatras han fracasado. No utilizan el sicoanálisis ni las drogas, pero su modo de comportarse con los enfermos es irresistible… una acogida franca, afectuosa, efusiva, incondicional.

Y no solo los perros, sino también otros animales de diversas formas y tamaños están superando a los siquiatras. Los animales domesticados, que los hombres acostumbran tener de compañeros, están invadiendo los hospitales mentales, los hospicios para ancianos y las instituciones para los niños mentalmente atrasados o para los que no tienen hogar.

El Dr. Anthony Calabro de la fundación “Feeling Heart” explica lo que los perros logran: “Los residentes de estas instituciones suelen tener el problema de no obrar recíprocamente con nadie. Viven en aislamiento, en un estado emocionalmente frío, no tienen nada que hacer, a nadie que los quiera. Muchas de estas personas han perdido todo sentido de responsabilidad y en muchos casos tienen muy pocas posesiones. Sencillamente existen, no viven.” Los perros logran romper la concha en que se ha metido esta gente.

El Dr. Calabro lo explica así: “Los perros dan amor… amor incondicional. Piden atención, y cuando alguien responde, dan de vuelta amor, seguridad y afecto, sin reservas.” Calabro dice que algunos siquiatras resisten la terapia en que se emplean animales domesticados. “Ellos dicen: ‘Fíjense, hemos dedicado de 10 a 15 años en la escuela a fin de aprender todo lo relacionado con la siquiatría y las drogas, y lo único que esta gente hace es traer un perro, y mire lo que pasa. ¡Tiene que haber algo más que eso envuelto en el asunto!’”

Por supuesto, hay algo más que eso. Pero cuando el “eso” provee un sentimiento de amor “sin reserva,’ es potente. Calabro añade esta explicación: “Los animales no curan a la gente, pero abren el camino para que haya comunicación y se sienta cariño. Rompen el hielo, son útiles para conseguir que la persona se comunique.”

El Dr. Samuel Corson, profesor de siquiatría, ha utilizado perros y gatos como coterapeutas y “de 30 casos de pacientes que no habían respondido a los tratamientos tradicionales, incluso la terapia de electrochoque y drogas, obtuvo resultados animadores en 28.”

El hospital estatal Lima de Ohio, una facilidad de seguridad máxima para los criminalmente dementes, emplea animales de tamaño más pequeño en su programa de terapia especial: aves, peces, jerbos, conejillos de Indias y así por el estilo. Los siguientes son algunos ejemplos de lo que se ha logrado en esta institución:

Un paciente pasó cuatro meses sin decir nada. El personal le dio una cacatúa. Este loro dormía de noche en su jaula cerca de la cama del paciente, y durante el día se posaba sobre el hombro de éste. El hombre empezó a hablarle al ave, y en dos meses estaba hablando con la gente.

Un paciente deprimido llegó a interesarse en dos conejillos de Indias. La madre de éstos los había rechazado, de modo que el paciente se encargó de ellos y se dedicó a alimentarlos con biberón cada dos horas. Dependían de él. El les hacía falta.

Un paciente con tendencias suicidas estaba cumpliendo una condena por robo a mano armada. Rehusaba cooperar y era muy antisocial. Se le dio un ave para que cuidara de ella. “Nunca había sentido compasión,” dijo él. Ahora esto cambió.Se puso a estudiar ornitología, y cuando sea puesto en libertad espera animar a otras instituciones a adoptar programas de terapia con animales domesticados.

Se notó que las inquietudes de los pacientes menguaban, y podían expresar amor a sus animales domesticados sin temer que se les rechazara. Más tarde comenzaron a comunicarse con las personas, y lo primero de lo que hablaban era del cuidado de estos animales domesticados. Empezaban a sentir que tenían una responsabilidad. Sentían que se les necesitaba, que hacían falta, que algo dependía de ellos.

A veces por orden judicial se envían muchachos de siete a dieciocho años de edad a cierto asilo de niños. Algunos de estos niños nunca han tenido un verdadero hogar, otros sufrieron maltrato a manos de sus padres, algunos están mentalmente atrasados y otros fueron transferidos a este asilo de reformatorios estatales. Pero todos ellos tienen una cosa en común… a Tigre, un gato casero común. Un jovencito trastornado, de temperamento violento e ingobernable, empezó a pasar todo su tiempo con Tigre. Se desarrolló un cariño entre los dos; el muchacho se calmó y llegó a tener confianza en otros, y sus relaciones con los estudiantes y maestros mejoraron.

En un hospital siquiátrico para niños, situado en Michigan, Skeezer, un perro de cría mixta, vaga por una sala y hace disponible su compañerismo a cualquier niño que lo necesite. Pocos pueden resistirlo, y todos saben que pueden brindarle su amistad sin temer que los rechace. Piense en ello un momento: Un perro, en busca de cariño, puede poner la cabeza en las rodillas de usted y mirarle con ojos grandes, morenos. O puede que un gato ronronee y le roce las piernas. No hay modo de confundir lo que piden. Ni, para la mayoría de nosotros, de resistirlos.

Otros estudios han manifestado que los animales domesticados son útiles en el tratamiento de enfermedades físicas. En el hospital de la universidad de Maryland, en Baltimore, se descubrió que había mucha más posibilidad de que los pacientes cardiacos que tenían animales domesticados siguieran viviendo después de salir del hospital que los pacientes que no tenían animales domesticados. Un año después de dar de alta a 92 pacientes, 11 de los 39 que no tenían animales domesticados habían muerto, mientras que solo 3 habían muerto de los 53 que tenían animales domesticados.

El siquiatra Aaron Katcher de la universidad de Pensilvania dice: “A medida que la gente envejece, su familia y amigos tienen menos necesidad de ellos, y por eso suelen sentirse abandonados. Este sentimiento de inutilidad resulta en depresión. Un animal domesticado que sirve de compañero llena el vacío.”

Otros estudios indican que el tener el compañerismo de un animal domesticado reduce la tensión arterial. En un episodio del programa de televisión NOVA que trató acerca del “palpar,” Katcher dijo: “Alguien está suavemente calmando al animal, y sabemos que el ritmo cardiaco del animal se reduce precisamente del modo que se reduce el del corazón de la persona.” En otra ocasión Katcher afirmó que “el paciente cardiaco aumenta tres veces la probabilidad de seguir viviendo si tiene el compañerismo de un animal domesticado.”

Se ve, pues, que para algunas personas el tener el compañerismo de un animal domesticado puede ser de verdadero valor. Se entiende, por supuesto, que hay que ser equilibrado al respecto. Mantenidos en su debido lugar, los animales domesticados pueden ser beneficiosos para ciertas personas.

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