viernes, 18 de junio de 2010

"""" EL DERECHO A VIVIR DIGNAMENTE """" """""" RESPETAR LA DIGNIDAD DE NUESTROS ANIMALES """""""""


EL DERECHO A VIVIR DIGNAMENTE
17/03/2010 | EL DERECHO A VIVIR DIGNAMENTE


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Las personas que nos ocupamos de los perros y gatos de la calle somos, en un sentido, "marginales". Muchas veces sufrimos la discriminación y la desidia, tanto directamente, como por empatía hacia estos seres que amamos. Pero de alguna forma, también creo que somos una especie rara de pioneros, adelantados a nuestro tiempo, pero sin la arrogancia de pretender serlo. Entendemos que la única forma aceptable de vida, para cualquier ser viviente, es la vida DIGNA, y consideramos que el ser humano no es -no debe ser- quien dispone sobre ella. Somos menos "bárbaras" -en el sentido más literal de la palabra- que la mayor parte de la sociedad. Entendemos el valor de la vida, más allá de que sea vida humana o no.

Nuestro trabajo es considerado menor por muchos. Incluso personas allegadas a nosotros –nuestros familiares, nuestros amigos- muchas veces creen que lo nuestro es una excentricidad. Cuesta mucho que lo vean como un trabajo serio, con un componente social enorme. Es extremadamente difícil conseguir ayuda financiera, o cualquier otro tipo de ayuda, en realidad. Ni siquiera existen en el mundo grandes organizaciones que se ocupen de este tema. Las personas que trabajamos en esto formamos un conjunto desordenado y desparejo de micro-emprendimientos (en este caso “micro” significa muchas veces, “unipersonal”), pero no por eso nuestro compromiso es menor que el de cualquier otro mega-proyecto para ayudar al prójimo –nosotros creemos que todo ser viviente es nuestro prójimo. De hecho, quizás sea hasta mayor, ya que todo a nuestro alrededor nos dice que estamos equivocados, excepto los ojos de esos seres a quienes amamos tanto, y cuyas desesperantes necesidades conocemos tan bien.



Dependiendo de quien lea este breve ensayo, lo que escribo puede tener mayor o menor impacto. Si usted, lector de mis palabras, es de los que creen que los animales domésticos no son y no pueden ser igual de importantes ni tener la misma prioridad que el ser humano, permítame recordarle que hace apenas un par de cientos de años, a los leprosos y a los esclavos –por nombrar dos ejemplos humanos- se los veía y se los trataba exactamente igual que hoy a los perros. Los más afortunados tenían techo y comida a cambio generalmente de prestar algún servicio, pero siempre apartados de sus “amos” que no los consideraban sus pares; los que no tenían esa suerte, estaban a la deriva, dependiendo de su propia fortaleza y de la caridad de unos pocos para sobrevivir. Se los consideraba “malditos”, castigados por el Ser Superior, no merecedores de misericordia alguna, y se los acumulaba en leprosarios o ghettos, según el caso, donde quedaban abandonados a su suerte en condiciones absolutamente indignas, hasta que los alcanzara la muerte, tal como hoy ocurre con los animales domésticos en refugios y centros de zoonosis. El haber evolucionado intelectualmente y culturalmente nos ha enseñado que estábamos terriblemente equivocados en aquel entonces. ¿Podrá ser, entonces, que quienes consideran que los animales domésticos no merecen nuestra atención, también estén equivocados ahora? Yo tengo la certeza de que un poco más de evolución nos mostrará -a todos los seres humanos- que los animales domésticos no son seres inferiores y menos valiosos, al menos en cuanto al derecho que tienen de vivir dignamente.



Mientras tanto, este grupo de almas sensibles, de pioneros, según propongo aquí, o de “locos de los perros y los gatos”, como algunos nos ven, tenemos un gran sueño. Soñamos con un futuro en el que la decisión de incorporar a la familia un miembro “no humano”, se evalúe con la misma seriedad que la incorporación de un miembro humano. Un futuro en el que la vida de un animal –doméstico o no- sea tan valiosa a la hora de decidir preservarla y mejorarla, como la vida de un ser humano. En el que ya no haya más abusos, ni maltratos, ni abandonos de estos seres que viven por y para nosotros. Un futuro en el que todos comprendamos la responsabilidad que asumimos al hacernos cargo de un animal doméstico. Y muy especialmente, soñamos con un futuro en el que todas las personas entiendan que cuidar la vida es equivalente a cuidar el futuro de nuestra propia especie.



Este sueño, ¿puede hacerse realidad? Que así sea dependerá de nuestra capacidad –la de todas las personas que nos desvelamos cada noche pensando qué más podemos hacer- de hacer oír la voz de quienes REALMENTE no tienen voz. No la tienen porque no hablan, y no la tienen porque a los ojos de muchos, son invisibles, descartables, lesser beings, como dicen en inglés, que significa algo así como “seres inferiores”.


Para quienes trabajamos para ellos, estos seres son exactamente igual de valiosos que cualquier otro ser sobre la tierra. Y creemos firmemente que el futuro de la humanidad en general será sombrío hasta que esta noción –que la vida debe ser respetada, sin importar quien la “porte”- se grabe a fuego en las mentes y en las almas de todos los seres humanos.



Laura Rama

Colonia canina

TEXTO EXTRAIDO DE RED MASCOTERA .

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